Santo Tomás de Aquino, ¿economista? Claro que sí. Supo leer con mucha atención los escritos económicos de Aristóteles, y analizó desde ellos, –añadiendo la opción preferencial por los pobres (maximin)–, la revolución comercial del siglo XIII, sus equilibrios políticos, la lógica del don presente en la liberalidad y la magnanimidad de los creadores, los procesos de información y desconfianza que provocan o acentúan las crisis económicas, el papel de la banca y los tipos de interés.Sus pensamientos en estos campos siguen muy vivos hoy. La opción preferencial por los pobres –ya presente en San Juan Crisóstomo– aparece en los trabajos de Rawls o de Rubio de Urquía. La lógica del don de Mauss nos ha permitido redescubrir los elementos de regalo y gratitud que unen a las diversas generaciones y mercados, al igual que los modelos de difusión de Hägerstrand. La magnanimidad, con su amplio horizonte temporal es la base de la obra de Schumpeter y Fisher. La necesaria confianza aparece en los trabajos de Peyrefitte y Fukuyama. La responsabilidad de los media en las crisis está presente en los ajustes de las expectativas.Husserl, refiriéndose a la geometría, nos ha hecho pensar en la relación entre el origen de cada ciencia, su evolución y su futuro. Leer a Tomás permite "ampliar la razón".